La ciencia contemporánea ha ampliado el campo de la historia: hoy sabemos que los seres vivos, la Tierra, el Universo, lejos de ser inmutables, son el fruto de una evolución que escapa a nuestros sentidos y que solamente se pone de manifiesto a traves de la observacion razonada que hace posible el metodo cientifico. Los discursos miticos y religiosos, en cambio, se basan en unos relatos imaginarios consagrados a inventar arbitrariamente, ex nihilo, esta evolucion. Mas alla de los prejuicios religiosos, que no han dejado de combatir los logros de la ciencia (y no hace falta remontarse a la ejecucion de Giordano Bruno o al proceso contra Galileo: hoy mismo los integristas cristianos en EEUU o los islamistas en Turquia, por ejemplo, prosiguen su lucha contra el darwinismo), existe una critica fundamental al metodo cientifico, que cuestiona incluso el caracter de arbitro que ejerce en el la naturaleza. El rechazo de la nocion de verdad cientifica tiene dos fuentes. Una es la lectura literal de los textos sagrados, otra es un relativismo en boga entre determinados especialistas de las ciencias humanas para quienes la ciencia es un mito como los demas. De este modo, la nocion de verdad se disuelve y es sustituida por un simple consenso social a traves del cual finalmente todos los discursos, miticos o simplemente absurdos, se vuelven equivalentes.Frente a esta irrupcion del discurso social en el campo de la ciencia, Hubert Krivine se ha propuesto rehabilitar la nocion considerada ingenua de verdad cientifica contra la idea de que la ciencia no seria mas que una opinion socialmente construida. Para ello, ilustra su objetivo con dos temas: la edad de la Tierra y el movimiento de los planetas del sistema solar, y lejos de afirmar sus tesis dogmaticamente, muestra como las ideas sucesivas aparecen, se enfrentan y finalmente permiten que las verdades cientificas una Tierra de 4.500 millones de años, un sistema planetario heliocentrico emerjan entre una ganga de ideas mas o menos falsas y absurdas. Y con ello demuestra que, al menos en ciertos casos, se produce efectivamente un progreso desde el mito al saber, un progreso que destrona a la creencia mitica y entroniza al conocimiento cientifico por razones que no tienen nada de arbitrarias, que no son una simple lucha por el poder entre concepciones que, intrinsecamente, no son ni mas verdaderas ni mas falsas unas que otras.
Ver más