Las páginas de este libro requieren una explicación. No tanto para orientar su lectura con una interpretación a posteriori, como debido a que muchas de las razones en ellas inscritas sólo parcialmente se ejecutaron de manera consciente en el momento de su confeccion, haciendoseme claras algunas de ellas, en todas sus implicaciones, al releer el conjunto. Y otras, en los meses que mediaron entre su terminacion y el momento, cada vez mas retardado por mi mismo, de darles su entrada en prensa. No me gusta corregir lo que escribo, salvo detalle de estilo, porque creo, como Valera, que cada escrito, a su cierre, representa un momento irremplazable del pensamiento que solo con otro escrito puede corregirse. Hay en esta concepcion de la escritura un mucho del sentido magico de la decision propio del obsesivo que en este librito, titulado, un poco a modo de conjuro, Como si nada, se veia ademas triplicado: escrito a marchas forzadas, no como prueba de fuerza, sino a fuerza de dudas, por no quedar ya mas tiempo para cumplir el plazo de una prueba, acabo convirtiendose en una especie de metanoia. Metanoia del sujeto de lo escrito, que cumplia, punzado por el plazo que el yo urgido en busca de una prueba del destino le imponia, un ciclo que ese mismo yo creia ya conocer. Poco debia saber yo, cegado por una herida narcisista, de lo que de antemano daba ya por adquirido, cuando llegado a mitad de su propia prueba, se veia repitiendo como interrogacion para si mismo lo que creia ser un arma contra otros. ¿Quien mentia, quien era alli el ignorante?
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