Los ojos de Teo Sabando (Viana, 1954) escudriñan el universo más cercano, el más sencillo, el más natural, como quien escanea el más mínimo detalle, consciente de su importancia, en un interminable parpadeo. Sus ojos, como los del 'Beato sillón' de Aleixandre, «no ven; oyen» y tratan de entender. Y traducen el mensaje vital (y más silenciado que silencioso) de todo lo creado a infinidad de idiomas de lo creativo, el contexto en el que mejor se mueve, respaldado por la tecnología que sirve de soporte a la obra ejecutada en los Encuentros de Arte de Sajazarra. La pictórica, la escultural, la poética, la imaginativa de imagen. En 'El jardín del maestro de las imágenes', una caja se transforma en panal y ofrece al espectador la posibilidad de recrear infinidad de posibilidades jugando con sus celdillas. La casualidad, origen de todo, se encierra en el libro de 'La creación del mundo', un conjunto de apuntes pictóricos y literarios aleatorios, improvisados, culmen del caos creativo que se despliegan porque sí, sin orden ni concierto, que encierran el concepto «generador» otorgado a los zánganos. También 'El autómata celeste' que recuerda la función «generatriz» de la abeja reina en el complejo proceso de transformación que permite elaborar todo lo aportado por sus consortes en vida, con orden, fin, sentido. Orden en el caos impuesto por un compacto visual en el que el propio Teo Sabando, en permanente dualidad, muestra idas claras, dogmáticas, conceptuales, necesarias, para ayudar a entender las ilimitadas posibilidades que ofrece el cuadro pictórico, expuesto así porque sí, abierto a otras lecturas y opciones. El resultado es 'La máquina de pensar' que traslada esa libertad a la realidad, ofreciendo al espectador derecho a interpretar los cuadros alineados sin mayor criterio que el de la naturaleza humana para proponer su orden sobre los panales de la caja, moviéndolos de arriba a abajo, de derecha a izquierda, de dentro a afuera. Tal y como se mueve la vida.
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