Recibo el poemario de Corina Fernández Alatorre como un regalo de identidades compartidas. Nos unen historias tan afines que sin saberlo ya éramos hermanas desde antes de conocernos. Corina es una mujer llena de matices: formadora de generaciones de alumnos, mama de su preciosa hija; amiga entrañable. Es esa joven que decide, desde lo mas profundo de su valentia, abrir la puerta de la guerrilla, defenderla vitalmente desde la militancia y caminar monte arriba luchando por la justicia y por un mundo mejor. Abrimos su poemario y encontramos Treinta y siete poemas construidos finamente, sin arrebatos, tan sencillos como ella, con la dosis necesaria de ternura que llena el corazon. Los poemas de Corina son semillas de una belleza dulce; en sus versos se revela de manera sensible el ultimo rincon del alma; son madeja del tejido que llevamos adentro. No hay que entender el poema, sino, mas bien, hay que "atravesarlo como un rio que se hace nuestro." En Esta piel de la memoria, aparece la palabra en la sangre recorriendo todos nuestros tejidos, la palabra que desnuda la soledad del sueño en duermevela, la palabra que recorre nuestros huesos, la palabra en la intimidad de la sombra; la palabra en la melancolia desnuda que dibuja el paisaje de estos versos. De ahi el sentido de las seis secciones que integran este poemario: "Escribo y soy," es decir escribir para reconocernos en el trazo del verso, ser plenamente en la musica que teje el pulso y la mano en el espejo invisible de la palabra. "Patrias" una seccion para encontrar en el verso nuestra tierra perdida, para dejar de ser extranjeros en el sueño del verso. "Postales", breves viñetas de luz que capturan la emocion del instante. "A veces el amor", donde se dibuja el breve hallazgo en que coinciden la piel y la palabra. "Adioses," evocaciones melancolicas de la despedida, "Nunca mas el dolor, una moneda, ni el horror, un laberinto;" y "Batalla" donde la poeta lucha consigo misma para llenar la hoja en blanco. Son poemas breves, que, justamente por su brevedad, llenan de intensidad el silencio. Son latidos que cantan con una sola voz, versos cortos que guardan la memoria del mar azul, el llanto, la soledad, el perdon. "Soy trazo de luz" nos dice la poeta en un verso que consigue incrustar el alma sobre un retablo. Asi como el verso es fugaz, asi tambien nosotros somos transito; por eso Esta piel de la memoria descubre a nuestro ser en el transcurrir de la palabra, la palabra que creo la piel, la poesia que dibujo el trazo de los sueños. "Escribir para respirar/ buscando ese lugar incierto, elusivo y fugaz/ donde habre de encontrar mi voz" nos dice Corina, y nos enseña el camino donde todo sucede para sentir que las palabras pueden llevarnos al centro de nosotros, donde quiza encontremos una nueva existencia. Mariangeles Comesaña
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